En la búsqueda de Descartes por asegurar un conocimiento verdadero para un buen pensar, propuso el método como la fuente más segura para alcanzar este objetivo. Planteando cuatro reglas que faciliten este “buen pensar”, por medio de la duda metódica trata de asegurar el conocimiento claro y distinto que es lo evidente, lo verdadero.
Descartes se da cuenta que se puede dudar de todo, sin embargo, descubrió que hay una máxima verdad, innegable por todos. Esto lo expresa claramente en su frase “cogito ergo sum” (pienso luego existo), donde nos plantea que la única certeza que tiene el hombre es que “existe”, ya que él puede dudar de todo menos de que “es”.
A través del pensar el hombre se da cuenta o “constata” que existe, porque aunque dudemos de todo o como dice Descartes el genio maligno nos engañe, hay algo evidente que no se puede negar, ya que hay algo que piensa y ese “algo” es, existe. Por lo tanto, al pensar me hago consiente de que soy.
En síntesis, la única verdad certera es que “existimos” puesto que para todos el existir es una evidencia indudable, porque nadie se cuestiona que “vive” y si pensamos es porque existimos.